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  • Foto del escritorHidrológica Ingeniería S.A.S

Agua, pandemia y sostenibilidad



El papel clave del agua en nuestra vida se pone de manifiesto cada vez que pasamos por una situación difícil. La pandemia que vivimos vuelve a evidenciarlo. La mejor manera de evitar el contagio es una buena higiene: lavarnos las manos con frecuencia.

En nuestro entorno podemos hacerlo prácticamente en cualquier parte: al llegar a casa, en el centro de trabajo… es un gesto sencillo: abrir el grifo, aplicar jabón y frotar minuciosamente durante un tiempo mínimo de 45 segundos. Algo que nos permitimos porque contamos con sistemas que nos acercan el agua a casa de forma segura y barata.

Estas semanas, también hemos visto cómo las aguas residuales, que siempre son un buen indicador del estado de salud de nuestra sociedad, nos ayudan a detectar la propagación de una enfermedad emergente como la COVID-19. Y la importancia de dar un tratamiento adecuado de depuración a las aguas de residuales y de potabilización a las aguas de abastecimiento.

Desgraciadamente, sigue siendo una realidad pendiente en esa parte del planeta donde millones de personas no cuentan con abastecimiento. Así nos lo recuerda el objetivo de desarrollo sostenible dedicado a agua limpia y saneamiento, que marca la ruta para el trabajo que queda pendiente por hacer en este ámbito.

Los privilegiados que disponemos de agua de grifo tenemos la obligación moral de utilizarla como aliado para reducir la presión que ejercemos sobre otros recursos del planeta. Por ejemplo, para reducir la cantidad de plástico de usar y tirar que producimos. Habida cuenta de las limitaciones de los sistemas de recogida y reciclaje, cuya capacidad de convertir en nuevos recipientes de plástico los residuos de envases de plástico está por debajo del 10%, la mejor opción de reducir el impacto de nuestro consumo es evitar los productos envasados.

La falsa seguridad que nos ofrece el plástico oculta que, mientras el agua de grifo llega con las garantías necesarias de ser apta para consumo, los envases pasan semanas en las cadenas de distribución y días expuestas en los lineales de las grandes superficies. A falta de más investigación sobre su capacidad de contagio, sabemos que el plástico es un soporte en el que el virus SARS-CoV-2 podría mantener su actividad infecciosa durante tres días. Podemos utilizar una solución con lejía u otros desinfectantes para tratar los envases que llevamos a casa, gastando y contaminando el agua que utilicemos para la limpieza. O podemos elegir agua de grifo: ahorra esos envases y el riesgo de llevar a nuestro hogar el indeseable virus.

Los privilegiados que disponemos de agua de grifo tenemos la obligación moral de utilizarla para reducir la presión sobre otros recursos

El agua de nuestra lavadora también nos puede ayudar a prevenir otra partida de residuos, la que generaremos a cuenta de las mascarillas. De uso obligatorio en espacios públicos, los modelos reutilizables certificados en el estándar UNE 0064 ofrecen las garantías que necesita una persona sana sin exposición a pacientes portadores de SARS-CoV-2.

Abundando en el modelo de consumo como forma de prevención de residuos, cabría destacar la importancia del comercio de proximidad, especialmente el que ofrece productos locales y de temporada. No solo contribuye a una mejor distribución de la riqueza y a generar oportunidades en nuestra ‘España Vaciada’, también reducen la huella hídrica en comparación con modelos industrializados que mueven una gran cantidad de agua, en forma de frutas y verduras, de unos lugares a otros del planeta.

Volviendo a la pandemia con la que tendremos que convivir los próximos meses, incidir en la falsa seguridad que nos ofrece el plástico frente a las garantías que nos da el agua. Insisto en la recomendación de lavarse frecuentemente como la opción recomendada frente al uso de guantes. No solo como medida de protección para nuestra propia salud y la de quienes nos rodean, sino también como la mejor forma de evitar el despilfarro de recursos y la generación excesiva de residuos que, actualmente, no somos capaces de reciclar y que, usados fuera del uso sanitario, generan más problemas que ventajas.

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